Bitácora
Todos los ejércitos son iguales
No penséis en la ausencia,
en el espacio blanco:
el aire
tan sólo transmisor, tan sólo nube,
oculta malla que responde al nombre
de las cosas.
Pensad en la cautela de Odiseo
desde el mástil central en que os halláis sujetos,
ya que sus cantos (los cantos de esas voces)
son vuestros propios cantos
contra vosotros mismos destinados.
Pensad que en vuestro lecho
desprovisto de nombres y sonidos
ha de haber siempre una mujer desnuda.
Y así quizás os baste,
habréis de hallar así la fuerza oculta
de un discurso vacío,
ausente de palabras y de historia.
Ernest Miller Hemingway
Estados Unidos (1899 – 1961)
(…)
Arrojo palabras al cielo
que se vuelven pájaros.
Presagio colores
y ellos,
se tiñen de amaneceres
y tormentas.
En el paraíso de mis memorias
posándose sobre las breves angustias
de este territorio olvidado;
viajan hacia otras orillas
donde la herrumbre no sabe a pérdida.
Proclamo palabras
en las tristes horas de este rostro,
ave que recorre los cielos
en busca
de mi extraviado canto.
Carlos Andrés Jaramillo
Colombia (1986)
Palabra
Leyendo el diccionario
he encontrado una palabra nueva:
con gusto, con sarcasmo la pronuncio;
la palpo, la apalabro, la manto, la calco, la pulso,
la digo, la encierro, la lamo,
la toco con la yema de los dedos,
le tomo el peso, la mojo, la entibio entre las manos,
la acaricio, le cuento cosas, la cerco, la acorralo,
le clavo un alfiler, la lleno de espuma,
después, como a una puta,
la echo de casa.
Cristina Peri Rossi
Uruguay (1941)
El pez ebrio
A N. Jaguar
Éramos jóvenes, hacíamos gárgaras
con el caldo de nuestra pecera,
nos arrancábamos la piel bajo los corales.
Ah, el afán del primer cuerpo amado,
las bocas tocaban tímidamente,
apretaban los riñones,
cortaban la niñez en trozos.
Era nuestra pelea de peces,
era naufragar en la espuma caliente.
Nadamos poseídos por las luces,
una borrachera que duró una canción de Infante
y cinco paquetes de Pielroja.
Pasaron los días, el hombre pez creció,
devoró cada porción infecciosa de mi soledad
y purificó su cuerpo sobre el cloro de mis heridas.
aprendió que el amor es un pedazo de carne
que ennegrece en el agua.
Stefhany Rojas Wagner
Colombia (1994)
Siempre
Siempre regresas.
Para ti no hay tiempo
ni tiene oscuros límites la tierra.
Siempre vuelves.
Y siempre estoy aquí, esperando tus manos,
llenándome de sueños como de lluvia un árbol.
No hay nada diferente. Todo es igual y puro
cuando vuelves.
No han pasado los días ni he sufrido. Estoy sola,
con el corazón limpio como una fuente nueva.
Tengo otra vez palabras y caminos
y contigo regresan las brisa y las estrellas.
Regresan las campanas y los pájaros,
me devuelves la música, el murmullo
de los ríos lejanos,
la claridad del monte,
la perfecta verdad de que te amo.
Maruja Vieira Withe
Colombia (1922)
Genética
A veces me sorprendo oliendo a ti.
O me asusta tener no sé qué gesto
que yo recuerdo idéntico a uno tuyo.
Por la sangre me corren muchedumbres
que desconozco y forman lo que soy,
como un río que nace y muere siempre
al mismo tiempo.
Y me pregunto cómo
respondo con mi vida a tanta gente.
José Rosales Mateos
España (1963)
Idilio muerto
Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita de junco y capulí;
ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita
la sangre, como flojo cognac, dentro de mí.
Dónde estarán sus manos que en actitud contrita
planchaban en las tardes blancuras por venir;
ahora, en esta lluvia que me quita
las ganas de vivir.
Qué será de su falda de franela; de sus
afanes; de su andar;
de su sabor a cañas de mayo del lugar.
Ha de estarse a la puerta mirando algún celaje,
y al fin dirá temblando: «Qué frío hay… Jesús!»
y llorará en las tejas un pájaro salvaje.
César Abraham Vallejo Mendoza
Perú (1892 – 1938)
Los mil poemas
De joven, el poeta árabe Abu Nuwas le pidió permiso a su maestro para escribir un poema propio.
—Cómo no —dijo el maestro—. Pero antes debes aprenderte de memoria o conocer mil poemas.
Abu Nuwas fue a aprenderlos y a familiarizarse con ellos. Cuando volvió, largo tiempo después, durante días y días pasó la prueba de repetir o mostrar que conocía los mil poemas. Al cabo le preguntó a su maestro si podía escribir ya un poema propio.
—Cómo no —dijo el maestro—. Pero antes olvida los mil poemas.
Abu Nuwas
Arabia (siglos VIII y IX, muere en 810)
Con el auspicio de Fundación cultural La nave de papel. Director: Carlos Mario Uribe.